Depresión Navideña

El relato que esta a continuación, es una historia demostrativa de lo mucho que pueden afectar las perdidas en un ser humano sensible a los acontecimientos que pueden pasar en su vida, a pesar de que muestra una enfermedad que hoy en día sea puesto mas al descubierto, demuestra la falta de atención por doctores, familia, amigos incluso desconocidos, que lo toman a la ligera, y por la misma sociedad en general, los estados ánimos de una persona aparentemente ecuánime en su personalidad, eh aquí un claro ejemplo de lo que puede ocasionar en un hombre que si bien lo tenia casi todo, en un instante puede cambiar su vida dando un giro de 360grados, afectando su personalidad ecuánime y que es importante atender cualquier alteración en la rutina, humor y comportamiento en general de un ser amado, si bien estamos acostumbrados, por el ritmo de vida de sociedades hoy en día, en decir que no-pasa nada, que tan solo se necesita de tiempo para volver a la normalidad, equivocados estamos, pero es la falta de atención que tenemos asía nosotros mismos y a los que están a lado de nosotros, la frivolidad combinado con la soberbia que anteponemos a la naturaleza misma en sentirnos intocables y la falta de valores hacen en no darnos cuenta de lo que puede pasar en un después, viéndonos con el dolor y el arrepentimiento de no decir un te quiero cuando tenemos la oportunidad o de solo tan solo subsanar las heridas que provocamos en la convivencia con otras personas, sean las que sean, por esas distracciones de siempre en hacer batallas inutiles que ni al caso; es solo un relato de alguien que a vivido una de tantas historias que se entretejen en las ciudades de hoy en día.

Mi Gran Perdida.

Me llamo Plinio y desde algunos años he sufrido de la enfermedad denominada trastorno bipolar, una afección conformada por etapas subsecuentes de manía o euforia y otras de máxima depresión, que son los picos y cimas de olas repetitivas de los estados de ánimo de una persona.
En los últimos diez o doce años he sufrido episodios de crisis en tres ocasiones, durante los cuales he recibido atención médica psiquiátrica incluyendo la ingesta de medicamentos especializados de elevado costo, así como terapia semanal con un psiquiatra especializado. Afortunadamente me he recuperado de estos tres indeseables episodios de enfermedad, después de seguir estrictamente, con toda la devoción de que he sido capaz las indicaciones terapéuticas por plazos cercanos a un año o más en cada ocasión.
Hoy día estoy nuevamente enfermo, solo que ahora además del episodio de trastorno bipolar también me han diagnosticado un estado de depresión melancólica.
Todo comenzó en febrero de 2006, el día 24 para ser preciso, fecha en la cual falleció mi pareja, la más maravillosa persona y la más importante en mi vida....habíamos compartido nuestros destinos por diez años. Su muerte fue totalmente sorpresiva e inesperada, yo no estaba a su lado en ese momento...su muerte me dejó totalmente en tinieblas, sentí que de pronto con su ausencia se apagaba el faro de luz que iluminaba mi vida. Para mí era claro que con su muerte, yo moría también. Yo mismo lo había llevado el día 23 al mediodía al aeropuerto para que volara a Huatulco en compañía de Linda, una muy querida amiga nuestra que tenía más de catorce meses luchando con la feroz leucemia en la médula espinal. Fue precisamente Linda quien me llamó desde Huatulco, a las 2:56 AM, para darme la terrible y devastadora noticia. Debo mencionar que desde el inicio de la enfermedad de Linda, mi pareja, Amor, estuvo siempre a su lado durante largos e interminables días y noches. Para mí era increíble lo que Linda me decía y todo mi ser sintió el dolor más intenso jamás sentido...no podía ser, no podía creerlo, la persona que más amaba ya no estaba conmigo...Amor se había ido...y yo sabía que mi vida, tal como la habíamos disfrutado juntos, se había ido también con él para siempre. Creo que jamás olvidaré las palabras textuales de Linda durante esa fatal llamada telefónica.
Tomé el auto y como autómata y llorando como un niño me dirigí a la Ciudad de México, ya que me encontraba en Metepec en la casa que Amor y yo habitamos durante tres años, para encontrarme con la familia de Linda. Eran casi las cuatro de la mañana del día 24, no había pasado mucho tiempo después de mi conversación telefónica con Linda y la carretera me parecía fantasmagórica, negra y amenazante. Cada vez que la he transitado nuevamente de noche me parece igual...
Viajé a Huatulco en compañía de la madre y el hermano de Linda. Llegamos finalmente al hotel donde Linda se encontraba en compañía de una mujer que la reconfortaba y bajo los efectos de tranquilizantes. Mi encuentro con ella fue brutal, triste y muy doloroso, Linda se culpaba sin razón de lo sucedido y me narró todo lo que Amor había hecho en sus últimas horas. Yo la tranquilizaba diciéndole que nada de lo ocurrido era su responsabilidad. El momento más difícil, doloroso e impactante fue cuando tuve que reconocer el cadáver, el cual se encontraba ya en un féretro en un espantoso lugar que en Huatulco denominaban “funeraria”, era literalmente un espantoso y desagradable expendio de ataúdes; el féretro de Amor se encontraba en un horrible rincón sin que pudiera notarse ningún respeto o consideración por el cuerpo. Finalmente tuve que enfrentar en completa y lastimosa soledad los procedimientos que jamás había hecho: coordinar los servicios necesarios en Huatulco, obtener los documentos y permisos requeridos de varias dependencias involucradas y coordinar el transporte del féretro a la Ciudad de México.
Finalmente volví a la Ciudad de México el mismo día 24, el cadáver llegaría al día siguiente. Realizamos los servicios religiosos y como Amor me había pedido siempre, llevamos a cabo la cremación después de resolver problemas y obstáculos que se presentaron de última hora debido a su calidad de extranjero.
Del 2 al 6 de marzo estuve en Panamá, llevé la urna conteniendo las cenizas para que su familia y amigos realizaran los servicios fúnebres acostumbrados en ese país. Mi visita a Panamá reavivaba todo el dolor y la tristeza de mi gran pérdida; era como alargar innecesariamente el luto que ya llevaba en mi corazón.
Alejandra murió el 16 de marzo, apenas 21 días después de la partida de Amor; ya no luchó, no tomaba sus medicamentos y raramente accedía a comer como lo tenía indicado. Su familia me avisó a la medianoche y viví nuevamente las espantosas imágenes de la carretera, manejé a la funeraria en la Ciudad de México llorando como un loco, sintiendo en mi corazón que esta era la segunda muerte de AMOR.
El 16 de abril, Domingo de Ramos, uno de mis sobrinos me llamó a las 10 de la noche para decirme que su abuelo acababa de fallecer; tenía cáncer y solo pasaron dos meses desde que fue diagnosticado, una muerte muy rápida. Parecía ya algo mecánico para mí tomar el auto y conducir hacia la Ciudad de México, nuevamente la carretera oscura y tenebrosa, mi cabeza y mi corazón llenos de pensamientos y sentimientos de dolor por la muerte de mi cuñado, esposo de mi hermana Yoli,...pero sobre todo volviendo a vivir mi gran pérdida, Amor, por tercera vez...
A pesar de todo el dolor, la tristeza y desolación que sentía en todo mi ser, continué ocupando nuestra casa en Metepec y trabajando lo mejor que podía, aunque debo reconocer que mis capacidades cognitivas y laborales menguaron en forma importante, era más devastador que ahora estar sin Amor. Durante las primeras semanas lloraba a menudo día a día, sobre todo en las noches cuando me encontraba en el frío abandono de mi cama tratando de conciliar el sueño...muchas veces no dormía más que una o dos horas, mi herida era muy reciente y se mantenía francamente abierta y sangrante.
En los meses subsecuentes, aunque mi dolor y mi tristeza se mantenían vivos e intensos, comencé a trabajar sin descanso y a planear nuevos negocios personales, proyectos que compartía con tres amigos; inclusive yo les inducía a trabajar sábados y domingos, y algunas veces toda la noche. Yo no me daba cuenta, pero innegablemente estaba ya manifestándose otro episodio de mi enfermedad en su fase de manía o euforia. Cometí muchas locuras, comencé a sentir que Amor se comunicaba conmigo de muchas maneras, inclusive en una ocasión aseguro que pude verlo físicamente, experimenté inspiraciones religiosas, místicas y espirituales, analizaba casi todos los actos de mi vida, o lo que quedaba de ella, mediante la numerología. En fin, me transformé en una persona desconocida para mí mismo, pero siempre lleno de euforia.
En agosto perdí mi trabajo y mi auto; ya para el mes de noviembre mi difícil situación financiera no me permitió permanecer en la casa de Metepec y tuve que mudarme a una modesta casa a las afueras de Toluca, camino a Atlacomulco. Estos cambios fueron terribles para mí. Todo mi mundo se había destruido, primero con la pérdida de Amor, después las partidas de Linda y mi cuñado, mi empleo, mi casa, mi auto y mi estabilidad económica. Había perdido todo y no me quedaba nada. Tenía mis manos y sobre todo mi mente, mi corazón y mi espíritu totalmente vacíos.
Durante el mes de diciembre mi estado de ánimo sucumbió y caí en una depresión incipiente, que pude manejar en forma mas o menos aceptable hasta mediados de febrero de 2007. Sin embargo la enfermedad se hacía mas grave y evidente y me trasladé a la casa de mi hermana Yoli en la Ciudad de México, dejando todas mis pertenencias almacenadas en Toluca.
Antes de acudir nuevamente a recibir ayuda psiquiátrica, debo mencionar que mi calidad de vida era inexistente, quería realmente morir, dormía casi 24 horas al día con excepción de los escasos minutos que despertaba para tomar mis alimentos en la cama, no quería hablar ni ver a nadie, sentía pánico de salir a la calle o encontrarme con alguien conocido o recibir una llamada telefónica de algún familiar o amigo, mi autoestima y seguridad en mí mismo eran nulas al grado de que yo aseguraba que no volvería a recuperarme y construirme una nueva vida feliz, veía el futuro totalmente negativo o mejor dicho no veía futuro para mí.
Con frecuencia, los enfermos como yo, estamos divorciados de la realidad. Lo que la gente no acierta a entender es que la realidad no es algo que nos suceda, sino algo que nosotros construimos. Y para recuperarse de una enfermedad como esta, uno debe aprender a construirse una realidad mejor y a aferrarse a ella aunque la fuerza de los propios sentimientos te empuje a volcarla. Todavía en la actualidad tengo muchas dudas de poder construirme una nueva realidad...
Inicié mi tratamiento psiquiátrico con medicamentos y sesiones terapéuticas a finales de febrero de este año. Paulatinamente me estoy recuperando, pero muy lentamente. Todo parece indicar que después de las varias crisis que he tenido en el pasado y todos los eventos desequilibrantes que sufrí el año anterior han generado que esta sea una crisis mayor y persistente, por lo que el tiempo de recuperación seguramente será más largo que lo que originalmente se estimó.
Aún al día de hoy, por momentos, sigo pensando algunas veces que mejor sería abandonar esta vida tan difícil e injusta. Me siento como un parásito en la casa de mi hermana, sin poder contribuir en nada. Sigo creyendo que seré incapaz de establecer mi vida laboral nuevamente y que mi estabilidad económica no volverá. Aún me siento inseguro y pienso que los grandes aciertos y notables éxitos que logré producir en las empresas para las cuales trabajé en el pasado, no se volverán a repetir nunca. Aún no logro visualizar un futuro para mí. No río, ni siento nada ante las cosas divertidas de la vida, me siento abandonado y completamente desinteresado en todo. Nada me motiva, nada me interesa. Evito a las personas, quizá un poco menos que antes. Lo único que me hace sentir bien son mis encuentros semanales con mi psiquiatra, a quien nunca podré agradecer sus esfuerzos e interés en mi rápida recuperación, él ha hecho muchas cosas positivas por mí durante mi tratamiento.
Amor continúa en mí y me acompaña en varios momentos a lo largo de los días. A veces no puedo aceptar que ya no esté físicamente conmigo y al enfrentar la realidad experimento un gran dolor y una sangrante desolación, la herida está en mi corazón y es grande...pero creo que está comenzando a cicatrizar.
Quiero recuperarme y volver a ser feliz...no sé cuanto tiempo más me tome, pero lo seguiré intentando. Merezco una nueva vida y aunque existen momentos en que dudo y no estoy seguro de lograrlo, seguiré recorriendo el camino hacia la búsqueda de mi total restablecimiento. Sigo dudando, pero continúo luchando...

Comentarios

Enigma dijo…
... y cuantos en un arranque de depresion o coraje han finiquitado con su existencia, David Silveti por mencionar un conocido.

Saludos

El Enigma
Nox atra cavacircumvolat umbra
Sarampa dijo…
Es una historia dura.. pero creo que debes darle crédito a quien la escribio..
The Seeker dijo…
Definitivamente esto no esta elaborado con tus palabras, por mucho conozco la redacción de la persona que lo hizo y más aun el dolor por el que paso o sigue pasando hoy día. En verdad deberías tener la moral para que antes de publicar algo le des el crédito que merece quien escribió el articulo.

En lo personal conozco al que orquesto este tema y quien lo publico no tiene la capacidad de redactar de esta forma.
Anónimo dijo…
Antes de juzgar porque no se le da credito a la persona que escribio este relato , deberian de preguntarse si es que el mismo quizo perderse en el anonimato,yo tambien lo conozco y se de su sufrimiento. Es por eso que no critico.
gracias nestor por prestar tu espacio.
MSN-MX dijo…
efectivamente fue por peticion propia de que no quizo ser mencionado y el primer parrafo si es mio , el relato no, y lo digo en el primer parrafo si es que bien pueden leer y observar
MSN-MX dijo…
y para termna, se que tengo una mayor moralque otros que se creen rectos , cuando ni si quiera se pueden tomar el tiempo de conocer mas a las personas y que solo se fijan su poco criterio como la verdad absoluta cuando ni eso tienen. viviendo en una realidad que no llena sus espectativas , por que no se dan cuenta que son falsas
Sarampa dijo…
Creo que es simplemente aclarar y agradecer que se presto esta persona a compartir su experiencia. no es necesario indicar de quien se trata.

Se agradecer el espacio.

Pero en fin, creo que parte de las depresiones se acentúan en la época navideña, resulta interesante leer el siguiente articulo

http://www.eluniversal.com.mx/articulos/44485.html